domingo, 13 de marzo de 2016

La puerta

Fíjate con atención, escucha, observa, sigue a Jesús. Sus palabras o sus gestos, sus silencios, las personas con las que está, las reacciones que provoca a favor o en contra... todo en él puede convertirse en una pista o en un reto que te hará avanzar en las tus investigaciones. Con él podrás descubrir cómo es Dios, llegar a rincones de ti misma que desconocías, acercarte a los demás... Él es la puerta. Él te servirá de punto de partida para explorar nuevas posibilidades.
Y es que Jesús dio pasos decisivos para abrir nuevas rutas en el campo de la religión, de la búsqueda de la felicidad y de la vida plenamente humana. Y estas investigaciones que Jesús inició o profundizó no están agotadas ni cerradas. Están abiertas y a nuestro alcance para que podamos sumarnos a ellas. Gracias a él nunca empezamos de cero y a la vez todos podemos hacer nuestra aportación: continuar, desarrollar, profundizar, ampliar, concretar... todo lo que Jesús comenzó.
No está mal decir que Jesús nos lo ha dado todo, que la salvación, la felicidad, el bien, la justicia y la paz ya están aquí. Pero al mismo tiempo hay que entender que todavía queda mucho por hacer, para completar, para actualizar, para hacer que llegue a todo el mundo. Creer es dar por hecho que Dios ya nos lo ha regalado todo aunque a la vez debemos aceptar que aún necesitamos luchar para conseguirlo plenamente.
De Jesús nos ha quedado, más que normas o mandamientos, su vida. Esto es, sus experiencias recogidas por los discípulos. Nosotros podemos aprender muchas cosas si rehacemos sus experiencias: hacer silencio, estar con los pobres, indignarnos por las injusticias o hacer fiesta con los amigos como hizo él. Podemos revivir su experiencia desde nuestra experiencia y a partir de ahí podemos descubrir el valor de sus planteamientos, entender sus retos y preocupaciones, captar el sentido profundo de sus propuestas y continuarlas.
Rehacer las experiencias de Jesús ofrece infinitas posibilidades, siempre hay nuevos matices a explorar y nuevos pasos a dar, es una tarea que no termina nunca. Pero en esta aventura descubrirás hasta qué punto Dios puede hacerse cercano, lo gratificante que es ser realmente tú misma y qué felicidad se encuentra junto a los demás... Porque no se trata de terminar el camino sino de descubrir junto a Jesús una de las maneras más ricas y profundas de caminar.