sábado, 26 de diciembre de 2015

Mediaciones

Para moverte por el terreno de la fe conviene que aprendas a distinguirla de otras cosas que no lo son. Rituales, palabras, templos, imágenes... son mediaciones, recursos, para expresar, compartir o apoyar la fe. Creer es saber enfocar la mirada más allá de todo esto.
Pero también debes saber que la fe desligada de todo fácilmente se te escapará de las manos como cuando intentas coger un puñado de agua. De la fe, como del agua, no puedes disponer si no tienes un canal, un depósito, una jarra o un vaso que la contenga. El canal, el depósito, la jarra y el vaso no tienen valor por sí mismos tienen valor por el agua que los llena pero son imprescindibles para conservarla.
Esto también explica por qué la experiencia de fe, básicamente la misma para cualquier creyente, puede dar como resultado vidas muy diferentes. Dependiendo de los medios, de las mediaciones, que se elijan para sostener esta fe te puedes encontrar desde personas a punto para matar en una guerra santa hasta personas dispuestas a soportarlo todo para no hacer daño a nadie, desde personas dedicadas a la lucha silenciosa de la meditación durante largas horas hasta personas que no paran de trabajar para hacer un mundo donde haya sitio para todos...
La fe, como el agua, toma la forma de su contenedor. Las mediaciones que utilices no son indiferentes. Es más, estoy convencido de que algunas formas de vivir la fe la anulan completamente, la ahogan y la hacen inviable. Hay mediaciones que en vez de ayudar a mirar más allá lo oscurecen todo. En cambio hay maneras de tomarse la fe que le dan más fuerza, más sentido, más intensidad...
Creer es encontrar una forma de vivir la fe día a día que aproveche de la mejor manera posible toda su fuerza. Yo cuando me imagino la fe me gusta más verla como un torrente que corre entre las rocas que como agua estancada, más como un camino que no un punto de llegada, más como una construcción que hay que ir inventando paso a paso que no una lista de instrucciones a seguir.
Para cuidar de mi fe me ha sido útil, y lo es todavía, seguir los pasos de Jesús. Para mí él ha dejado iniciados los mejores recorridos que conozco para dar vida a la fe, impedir que se quede dormida o cerrada, hacer crecer la persona y acercarse a Dios.