jueves, 7 de julio de 2016

Como un espejo

Cuando hablo de rehacer la experiencia de Jesús, quiero decir, evidentemente, que Él es un referente extraordinario para crecer y madurar como persona. Pero también te estoy diciendo que el principal recurso para vivir la fe no está fuera de ti sino que está en tus manos: es la forma con la que tú te tomas y vives tu vida.
Hay un malentendido bastante habitual que es confundir rehacer con imitar. Jesús más que un modelo a imitar quiere ser una llamada, una provocación, un reto... Sí, Él abre caminos en el terreno de la espiritualidad y propone nuevas actitudes y criterios alternativos para interpretar la vida pero al fi i al cabo Jesús es sólo el punto de partida de esta búsqueda. Tú tienes que decidir qué quieres hacer y buscar respuestas a muchas situaciones que Él no vivió personalmente.
Es curiosa la propuesta que hace Jesús a Pedro y Andrés que son pescadores. Los pregunta si quieren ser pescadores... de hombres. Se trata de un juego de palabras y de una oferta de cambio de vida pero también está la idea de que ellos deben ser lo que ya son: pescadores. Otras veces Jesús dice a la persona con la que se encuentra haz lo que has dicho. Jesús te propone hacer, ni más ni menos, lo que tú misma quieres hacer pero que por miedo o por lo que sea no acabas de hacer nunca.
El primer efecto que tiene el encuentro con Jesús es encontrarte contigo misma: Él te hace de espejo. Y hace que te des cuenta de lo que eres o podrías ser, de lo que quieres, de lo que te hace daño o de lo que tienes que superar... La mirada confiada de Jesús te ayuda a encontrarte contigo tal como eres, cara a cara, con los rincones más profundos de ti misma. Y no se trata exactamente de que tu descubras algo nuevo sino de reconocer quién eres realmente, de aceptarte tal como eres, de acoger confiadamente tu historia y de abrazar todo lo que forma parte de ti y que ya desde hace tiempo has ido descubriendo. Es como poner la pieza final en un rompecabezas.
Este encuentro, o reencuentro, contigo misma, a través de Jesús o a través de alguna otra persona que actúa de anfitrión, es una experiencia que resulta fundamental, hace de fundamento, y sirve de base para vivir feliz. El hecho de que tú misma cuentes contigo, que te puedas sentir conectada con tu vida y todo lo que te ha dado, en definitiva, que tengas los pies bien puestos en el presente que estás viviendo ahora es una fuente de energía increíble que te servirá para encarar cualquier futuro.
Este tipo de experiencias suelen darse al final de una etapa de crecimiento, como por ejemplo la adolescencia, y marcan el inicio de una nueva etapa. Aunque sea una experiencia profunda y definitiva, con el paso de los años, alguna vez te verás en la necesidad de volver a empezar... pero eso ya vendrá más adelante.