domingo, 3 de junio de 2018

Retomar el camino

El punto de partida para conocer Jesús son los evangelios. Sí, se trata de escritos antiguos que tienen un lenguaje que hoy nos puede sonar extraño. Pero no todo te resultará lejano: hay gestos, momentos, frases, situaciones... que son sorprendentemente actuales. Estos detalles son los pasillos que hacen posible acercarse a Jesús. Y eso es suficiente por ahora, no es necesario saberlo todo, se trata, de momento, de empezar a hablar.
Pero, ¿qué podemos esperar de los evangelios y de nuestro diálogo con Jesús? Algunos buscan consignas sobre cómo actuar, otros descubrir algún secreto del más allá que ponga remedio a sus dudas... Lo que yo he encontrado son retos. Y te propongo que, si no quieres quedar decepcionada, te lo tomes también como un reto. No esperes grandes explicaciones, ni respuestas o soluciones ya dadas, escucha las propuestas que se te hacen y trata de responder. Jesús hace propuestas constantemente: seguidme, haced esto, id a anunciarlo, subid a la barca, venid y lo veréis, decidle que venga...
Los evangelios son un reto y una provocación, una invitación a dejar de lado la forma habitual de mirar las personas y de hacer las cosas. ¿Qué quiere decir felices los pobres... y los humildes... y los perseguidos? De verdad ¿tienen motivos para ser felices? Las bienaventuranzas son una provocación. De entrada no son felices y las grandes promesas tampoco les harán felices.
Jesús habla de personas, a menudo, invisibles, habla de su felicidad, a la que tienen derecho, y los pone al principio de su lista de urgencias. Es una llamada, una reivindicación, un deseo serio de cambiar las cosas, una crítica a todas las situaciones que desprecian a las personas.
Si tú respondes, sólo si respondes y te acercas a los que lloran, los que pasan hambre, a los maltratados... podrás llegar a entender algo del mensaje de Jesús. Primero es necesario que reacciones, que te preocupes, que te indignes, que pruebes de hacer como Él y luego entenderás qué significa su actuación y podrás comprender el valor de sus palabras.
Si no pruebas de ponerte en la piel de Jesús, no entenderás nada de los evangelios. La única forma de conocer a Jesús es seguirlo: intentar retomar, continuar, las líneas de trabajo que Él hizo suyas, responder a los retos que Él se planteó, participar en sus luchas y vivir a su lado los éxitos y los fracasos de su proyecto.
Para entender Jesús y su evangelio no te puedes quedar como una simple lectora o una espectadora. Hay quien para acercarse a Jesús se imagina que es uno de los discípulos que le está escuchando o alguien con quien Jesús se encontró por el camino. Es un buen recurso. Pero en algún momento deberás pasar de observarlo a hacer tú lo que hace Él y convertirte en la protagonista de una nueva historia.