jueves, 4 de julio de 2019

Palabras prestadas

Una herramienta clave de nuestra tradición religiosa es la palabra. Los textos de la Biblia, sobre todo los de los Evangelios, son un elemento básico de referencia para la fe. Caben miradas diversas sobre qué es ser cristiano pero todas parten de Jesús y de las informaciones sobre él recogidas en los Evangelios.
Gracias a los textos evangélicos nos podemos acercar a la experiencia de Jesús y retomarla. En el caso de la oración, podemos tomar sus palabras en préstamo para aprender a orar. Repitiendo lo que él dijo nos acercamos a sus sentimientos más profundos.
De la experiencia vivida por Jesús nacen sus palabras. Volviendo a pronunciar sus palabras podemos acceder en cierto modo a su experiencia. A condición, claro, que las palabras de Jesús conecten con alguna experiencia similar vivida por nosotros. Las palabras de Jesús son la forma de expresión de sus sentimientos religiosos y pueden servir también para dar forma a los nuestros. Quizás te parezca que lo que lees en el Evangelio no tiene ninguna relación con lo que estás viviendo pero tarde o temprano, si insistes, descubrirás una expresión de Jesús que encaja como anillo al dedo con tu experiencia actual.
Las emociones y los sentimientos son difíciles de definir (tampoco es necesario que lo hagas) pero es bueno saberles poner nombre y ser capaz de distinguirlos. No es lo mismo estar triste que sentir rabia, aunque a veces aparezcan juntas. Y es muy diferente leer la rabia que sientes como fuerza para mejorar, que percibirla como deseo de venganza. Las emociones son como son pero el sentido que toman puede ser diverso y depende de las palabras que utilizamos para interpretarlas.
Las palabras sabias de nuestra tradición (salmos, canciones, oraciones...) te ponen en contacto con miles de creyentes que han hecho el mismo camino que tú y son una escuela para aprender a dar forma a las emociones y los sentimientos religiosos y no tan religiosos. Jesús también aprendió a orar con palabras prestadas, sobre todo de los salmos del Antiguo Testamento, que son una colección de oraciones cantadas. Estos salmos son todavía hoy la base principal de muchas de las oraciones de las comunidades de religiosas y religiosos.
Las claves que ofrece Jesús a sus discípulos para aprender a orar se encuentran en el padrenuestro. De entrada destaca que Dios es padre y se le puede hablar de tú a tú, en segunda persona del singular. No lo trata ni de vos ni de usted, ni de omnipotente, ni de nada de esto. Es un Dios cercano. Hablar a Dios de vos, como hacen tantas oraciones, es una forma no muy cristiana de hacer oración y potencia un sentimiento de respeto distante y miedoso que no encaja con la mentalidad de Jesús.
El padrenuestro habla también de un Reinado de hermanas y hermanos que es mucho más amplio que las iglesias cristianas, que se va abriendo paso entre nosotros en busca de un mundo justo y que nos une a toda la humanidad. Invita a vivir el presente y estar pendiente sólo del pan de cada día, sin buscar nada más, ni quererse asegurar el futuro. Centra toda la atención en perdonar, en superar las ofensas, en unir a las personas, en rehacer los vínculos rotos... esta parece ser la única tarea que nos debe importar. Y lo plantea de una forma muy arriesgada: pide que Dios nos perdone, nos acoja, nos quiera como nosotros lo hacemos. Preferiría que fuera al revés. Por último Jesús propone que velemos para no  caer en la tentación: los problemas están ahí, no nos podemos ahorrar las dificultades, pero rogamos para superarlos sin rendirnos, sin desanimarnos.
El padrenuestro define el sentido de los principales sentimientos religiosos según Jesús. Aceptar y repetir sus palabras es dejarse empapar por estos sentimientos. “Sólo” necesitas estar pendiente de: confiar en Dios, esperar y trabajar por un mundo justo, vivir al día, reconciliada y en paz con todo el mundo, decidida a salir adelante a pesar de todo.