¿Te has preguntado alguna vez porque hay gente que cree y gente
que no cree? La pregunta es interesante porque no tiene una respuesta
fácil. Personas que han vivido las mismas experiencias o que se
encuentran en las mismas dificultades unos son creyentes y otros no. ¿Te
parece que la fe es una opción personal? Tampoco esto no está tan
claro. Hay quien quisiera creer pero no encuentra en su interior ningún
tipo de convicción sólida que le confirme que realmente tiene fe y por
eso llega a la conclusión de que él no puede ser creyente ni queriendo.
Quizás no te planteas ninguna pregunta, la fe ha dejado de ser una cuestión importante para muchas personas, y no sientes ninguna necesidad de profundizar este tema. Pero tampoco sería extraño que en algún momento también dudes de si tú misma tienes, o puedes llegar a tener, fe.
Por mi parte, después de darle muchas vueltas, me di cuenta de que la fe no se tiene gracias a nada sino a pesar de todo. De entrada no es gracias a ninguna idea, ni a ninguna seguridad personal que tienes fe. Tampoco es gracias a las enseñanzas que has recibido, ni a las circunstancias de tu vida, ni gracias a las personas que más admiras. Si tú no haces ningún paso todo esto se quedará en un simple acercamiento a la fe. Tampoco hay obstáculos insalvables: a pesar de todo lo que te pone de mal humor o que no puedes entender, a pesar de los excesos de la Iglesia o pese a las críticas justificadas a la religión... es posible tener fe.
Creer es una búsqueda que comienza suponiendo que puedes tener fe. Y esta es una apuesta que todo el mundo puede hacer. Sólo si empiezas por aceptar, sin muchos argumentos claros, que podrías tener fe, con el tiempo podrás encontrar motivos para creer. No te digo que te imagines o simules tener fe sino que vivas y actúes dando por descontado que tienes fe y el tiempo te mostrará qué valor tiene tu apuesta.
La fe es una mirada alternativa. La fe cambia tu perspectiva sobre ti y sobre el mundo. Es una disposición a ver las cosas de otro modo... de hecho es un punto de vista que da la oportunidad a las personas y las situaciones de ser diferentes. También abre la posibilidad a que Dios pueda existir. Sólo cuando lo miras todo desde esta perspectiva puedes descubrir hasta qué punto tiene sentido creer.
Quizás no te planteas ninguna pregunta, la fe ha dejado de ser una cuestión importante para muchas personas, y no sientes ninguna necesidad de profundizar este tema. Pero tampoco sería extraño que en algún momento también dudes de si tú misma tienes, o puedes llegar a tener, fe.
Por mi parte, después de darle muchas vueltas, me di cuenta de que la fe no se tiene gracias a nada sino a pesar de todo. De entrada no es gracias a ninguna idea, ni a ninguna seguridad personal que tienes fe. Tampoco es gracias a las enseñanzas que has recibido, ni a las circunstancias de tu vida, ni gracias a las personas que más admiras. Si tú no haces ningún paso todo esto se quedará en un simple acercamiento a la fe. Tampoco hay obstáculos insalvables: a pesar de todo lo que te pone de mal humor o que no puedes entender, a pesar de los excesos de la Iglesia o pese a las críticas justificadas a la religión... es posible tener fe.
Creer es una búsqueda que comienza suponiendo que puedes tener fe. Y esta es una apuesta que todo el mundo puede hacer. Sólo si empiezas por aceptar, sin muchos argumentos claros, que podrías tener fe, con el tiempo podrás encontrar motivos para creer. No te digo que te imagines o simules tener fe sino que vivas y actúes dando por descontado que tienes fe y el tiempo te mostrará qué valor tiene tu apuesta.
La fe es una mirada alternativa. La fe cambia tu perspectiva sobre ti y sobre el mundo. Es una disposición a ver las cosas de otro modo... de hecho es un punto de vista que da la oportunidad a las personas y las situaciones de ser diferentes. También abre la posibilidad a que Dios pueda existir. Sólo cuando lo miras todo desde esta perspectiva puedes descubrir hasta qué punto tiene sentido creer.