viernes, 20 de julio de 2018

Abre los ojos

En el evangelio de Marcos se nos cuenta cómo Jesús cura a un ciego cerca de Jericó. Hay gente que queda sorprendida y admirada ante este milagro pero también hay mucha gente, especialmente hoy, que no se lo cree. Probablemente ambos puntos de vista son víctimas de una cierta ceguera que les impide entender del todo el texto.
Llegaron a Jericó. Y cuando salía de allí con sus discípulos y un gentío considerable, Bartimeo, hijo de Timeo, un mendigo ciego, estaba sentado a la vera del camino. Al oír que era Jesús de Nazaret, se puso a gritar: ¡Jesús, Hijo de David, compadécete de mí! Muchos lo reprendían para que se callase. Pero él gritaba más fuerte: ¡Hijo de David, compadécete de mí! Jesús se detuvo y dijo: Llamadlo. Llamaron al ciego diciéndole: ¡Ánimo, levántate, que te llama! Él dejó el manto, se puso en pie y se acercó a Jesús. Jesús le preguntó: ¿Qué quieres de mí? Contestó el ciego: Maestro, que recobre la vista. Jesús le dijo: Vete, tu fe te ha salvado. Al instante recobró la vista y lo seguía por el camino.  (Marcos 10,46-52)
¿Por qué el ciego, cuando aún es ciego, se levanta y va hacia Jesús? ¿Qué guía al ciego? ¿Qué ha descubierto que tal vez otros no ven? Y, ¿por qué una vez curado sigue a Jesús por el camino? ¿No es raro en un milagro, sobre todo cuando Jesús le despide y le dice que se vaya?
Puede que Jesús haya curado sus ojos pero más aún Jesús le ha ofrecido una salida a su situación personal, una nueva manera de ver las cosas, una posibilidad de cambio y de crecimiento. Y él, el ciego, ha decidido aceptar la propuesta, lo ha decidido él personalmente, en contra de la opinión general de los que le querían hacer callar.
El ciego ha pasado de estar sentado al margen del camino sin hacer nada, pendiente de la caridad de la gente para poder vivir, a moverse y caminar por sí mismo. A pesar de ser ciego ha visto un nuevo horizonte y un nuevo futuro. Ahora ya no se comporta como un minusválido, un discapacitado o una víctima, ahora es un protagonista más, una persona autónoma capaz de buscar y de moverse, una persona con iniciativa que ha decidido seguir a Jesús.
Pero ¿qué ha hecho Jesús? De entrada no se ha sentado a su lado a lamentar su situación desgraciada sino que lo ha llamado, lo ha invitado a salir de su situación. Abrir los ojos a nuevas posibilidades y crecer es el primer elemento de la experiencia religiosa que plantea Jesús. Esto es la fe: un cambio, una conversión, un paso adelante... pese a no tener nada todavía.
Las raíces más profundas de la religión de Jesús se remontan a sus antepasados, que eran pastores nómadas, y para los que caminar era vivir y quedarse parados era perder oportunidades. Ellos descubrieron Dios en el horizonte, como una llamada o un reto constante: por mucho que avances el horizonte siempre te habla de ir más allá. Creer en ese Dios es pues ponerse en camino para buscar.