domingo, 21 de octubre de 2018

Misterio

En tiempos de Jesús todo lo que resultaba desconocido o era imposible de controlar -enfermedades, aguaceros, guerras- se consideraba que era cosa de Dios (o del demonio). Hoy la ciencia ha encontrado explicación para muchas de estas cuestiones que hasta hace poco eran un misterio y, por este motivo, mucha gente ha llegado a la conclusión de que Dios es inútil.
Con todo el respeto por la ciencia, hay que decir que existe un buen número de cuestiones importantes que no tienen una solución científica y que siguen, y seguirán, pendientes de respuesta. Se trata principalmente de preguntas personales o morales: ¿qué debo hacer con mi vida?, ¿porque amo tal persona y no tal otra?, ¿cómo es que este conflicto no se resuelve?, ¿porque soy así y no de otra manera?...
A pesar de los avances científicos siguen existiendo pues muchos misterios sin respuesta. Son temas pendientes que en un momento u otro te harán sentir incómoda. Pero pensar, como mucha gente del siglo I, que Dios es la solución de todo no es la idea de Jesús. De hecho, tal vez es una suerte que la creencia en un Dios mágico esté en crisis porque esto nos obliga a profundizar en cómo debemos tratar los misterios y considerar la posibilidad de que Dios hable a través del silencio o de la ausencia de respuestas.
Jesús critica a los predicadores que pretenden dar soluciones para tranquilizar a la gente: Os dirán el mesías está aquí o está allí. No les hagáis caso! No hay soluciones fáciles. También en un momento dado Jesús deja de hacer milagros y se retira con sus discípulos porque ve que la gente no está haciendo caso de su mensaje.
Así pues si tú has decidido creer en Dios y darle la oportunidad de existir, vigila no te hagas ilusiones pensando que Él responderá a todas tus preguntas. Aunque es molesto no entender algunas situaciones que son importantes para ti, piensa que quizá valoramos demasiado el hecho de entender y a menudo querer o contar con alguien es aceptarle sin entenderle del todo.
A algunas personas la presencia molesta de interrogantes les empuja a huir hacia delante en busca de alguna satisfacción que tape o ensordezca sus preocupaciones: una comida copiosa ayuda a superar cualquier disgusto, tener un buen sueldo tranquiliza, mandar sobre otras personas refuerza la autoestima, cumplir sus mandamientos nos asegura que Dios no se va a enfadar con nosotros… El Dios de Jesús se hace presente a través de los interrogantes que ponen en crisis nuestras seguridades.
Vivir es saber acoger las dudas y las molestias que dejan al descubierto las insuficiencias de nuestro mundo y no intentar esconderlas con falsas soluciones. Es un reto para cualquier persona responsable, sea creyente o no, asumir los interrogantes que le rodean y no darles la espalda.
El silencio de Dios ante estas situaciones que nos ponen en cuestión puede ser un grito sin palabras que te invita a no quedarte quieta y probar de dar algún tipo de respuesta. No se trata tanto de que lo entiendas o encuentres una buena explicación científica o teológica, sino que pruebes tú de hacer algo.